Harvesting palm oil in the plant

Un ingrediente esencial bajo lupa

Aceite de Palma y EUDR

Un ingrediente esencial bajo lupa: el futuro del aceite de palma frente al desafío EUDR

Aunque no siempre lo notamos, el aceite de palma está presente en muchos de los productos que usamos y consumimos a diario. Desde el bálsamo labial que llevamos en el bolsillo hasta el helado del fin de semana, pasando por el detergente de la ropa o los medicamentos para la gripe. Este aceite y sus derivados son versátiles, eficientes y —no podemos negarlo— difíciles de reemplazar sin consecuencias.

Europa es considerada líder mundial en el consumo de aceite de palma sostenible certificado por la Mesa Redonda sobre Aceite de Palma Sostenible (RSPO), representando el 45% del consumo global de CSPO[1]. Según datos publicados por la European Sustainable Palm Oil (ESPO, 2018), el 74% del aceite de palma utilizado por la industria alimentaria europea cuenta con certificación RSPO, y más del 90% del aceite empleado en alimentos, piensos y oleoquímicos está certificado como sostenible. Aproximadamente el 56% del total se destina a energía, principalmente a biocombustibles[2].

Su uso abarca:

  • Alimentos: snacks, productos horneados, margarinas, chocolates y helados.
  • Cuidado personal y cosmética: jabones, champús, cremas, lociones.
  • Farmacéutica: como excipiente o base de muchos productos médicos y terapéuticos.
  • Industria y energía: lubricantes, surfactantes y biodiésel.

Gracias a su rendimiento —hasta 10 veces más aceite por hectárea que otras oleaginosas[3]—, su bajo coste y facilidad de procesamiento, el aceite de palma se ha convertido en un insumo esencial en múltiples cadenas productivas a nivel global.

La EUDR: una nueva exigencia para cadenas sostenibles

En 2023, la Unión Europea aprobó el Reglamento sobre Productos Libres de Deforestación (EUDR), que exige que productos derivados de la palma aceitera como el aceite de palma no provengan de tierras deforestadas después del 31 de diciembre de 2020.

Las empresas deben cumplir con tres exigencias clave:

  1. Trazabilidad geolocalizada completa: desde la parcela de origen hasta el punto de comercialización en Europa.
  2. Debida diligencia: sistemas robustos para evaluar, mitigar y documentar riesgos de deforestación y degradación ambiental.
  3. Transparencia: cubrir todos los intermediarios, transportistas, importadores y comercializadores en la cadena.

Este reglamento constituye un cambio profundo que busca proteger ecosistemas clave, prevenir la pérdida de biodiversidad y reducir emisiones derivadas del cambio de uso del suelo.

Además, impulsa una transformación profunda en las prácticas agrícolas, industriales y comerciales, desde las plantaciones hasta los anaqueles europeos, fomentando cadenas de suministro más responsables a nivel global.

¿Sustituir el aceite de palma? Suena bien… pero ¿es viable?

Esta es una pregunta válida, que muchos se hacen. Y sí, se puede reemplazar en teoría, es técnicamente posible sustituirlo, pero los costos son elevados, por ejemplo en términos económicos, sociales y ambientales, implicaría:

Económicos: Alternativas como la soja o el coco requieren más tierra, más recursos y pueden resultar entre un 10% y un 100% más costosas (UICN, 2018). Según Grease Connections (precios de mayo 2025), el aceite de palma cuesta aproximadamente $907 por tonelada, mientras que los aceites de soja, canola y girasol superan los $1,200. A nivel doméstico, el aceite de palma cuesta entre un 30% y 50% menos que otros aceites vegetales, lo que tiene un impacto directo en el presupuesto de los hogares.[4] Además, reemplazarlo en productos como margarinas o jabones no es sencillo: requiere reformulaciones, ajustes industriales y aceptación del consumidor.

 

Sociales: millones de personas dependen de este cultivo para vivir, especialmente en Asia. Un reemplazo mal gestionado podría dejar a pequeños agricultores sin ingresos ni apoyo.

 

Ambientales: Paradójicamente, sustituir el aceite de palma podría agravar la presión sobre los ecosistemas. Se necesitaría entre 4 y 10 veces más tierra para igualar su rendimiento[5]. Esto podría llevar a deforestación en otras regiones, desplazando el problema en vez de resolverlo[6]. Además, la huella hídrica del aceite de oliva, por ejemplo, supera los 14.500 m³ por tonelada, mucho más que el aceite de palma, que requiere entre 3.800 y 5.000 metros cúbicos[7].

[1] https://thefoodtech.com/seguridad-alimentaria/este-es-el-panorama-para-el-segmento-de-aceite-de-palma-sostenible/
[2] https://www.sweetpress.com/actualidad/el-74-del-aceite-de-palma-empleado-por-la-industria-alimentaria-europea-es-sostenible-XHSP13563
[3] https://www.bbvaresearch.com/wp-content/uploads/2024/11/Sembrando-el-futuro-Informe-palma-de-aceite.pdf
[4] https://greaseconnections.com/palm-oil-price-guide-2025/#why-was-palm-oil-banned
[5] https://aceitedepalmasostenible.es/entrevista-con-inke-van-der-sluijs-jefa-de-operaciones-europeas-de-rspo/
[6] https://portals.iucn.org/library/sites/library/files/documents/2024-010-Es.pdf
[7] https://iucn.org/sites/default/files/2024-05/iucn-issues-brief-vegetable-oils-and-biodiversity-spanish.docx_.pdf

¿Entonces, cuál es el camino?

La clave no es eliminar el aceite de palma, sino transformar la forma en que se produce y se comercializa. Apostar por un abastecimiento sostenible, trazable y libre de deforestación, comprometido con la transparencia acompañado de innovación y diversificación (como aceites reciclados o tecnologías emergentes), es la ruta más eficaz y coherente.

Según el informe de la UICN (2024), si se intentara cubrir toda la demanda mundial de aceites vegetales únicamente con palma, se requerirían 83 millones de hectáreas nuevas de tierras tropicales. Hacerlo solo con soja implicaría 446 millones de hectáreas, lo que significaría expandir en 311 millones de hectáreas adicionales respecto a las 125 actuales. Esto acarrearía un uso excesivo de productos químicos y menor diversidad nutricional para la sociedad[1].

Un dato esperanzador es que más del 45% del aceite de palma certificado como sostenible (CSPO) ya se consume en Europa[2]. Esto demuestra que avanzar hacia cadenas más responsables sí es posible.

El EUDR como catalizador del cambio global

El EUDR impulsa cadenas de suministro más transparentes y justas. Para las empresas, representa una oportunidad real de liderar con propósito, fortalecer su reputación y asegurar su acceso al mercado europeo.

Este tipo de regulaciones también provocan nuevas conversaciones necesarias: entre compras y sostenibilidad, entre logística y cumplimiento, entre Europa y los productores de origen. Ese es el verdadero cambio. Y ya está ocurriendo.

[1] https://iucn.org/sites/default/files/2024-05/iucn-issues-brief-vegetable-oils-and-biodiversity-spanish.docx_.pdf
[2] https://thefoodtech.com/seguridad-alimentaria/este-es-el-panorama-para-el-segmento-de-aceite-de-palma-sostenible/

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